Un epitafio es una inscripción, frase o verso que se realiza para honrar la muerte de una persona. Suele estar grabado o inscrito en la lápida de esta persona o en su sepulcro, aunque también puede permanecer en un lugar que se vincule con su fallecimiento.
A pesar de que el epitafio ha evolucionado hasta convertirse en lo que hoy es, a lo largo de la historia ha tenido diversas modificaciones. Por ejemplo, tradicionalmente eran versos con sentido religioso y poético (aforismos, salmos, fragmentos de la Biblia, etc.). En este artículo te contamos las características de los epitafios y algunos ejemplos que han pasado a la historia.
Orígenes del epitafio
La palabra proviene del griego, concretamente de epi (sobre) y tapho (tumba). Así se llamaban las oraciones que los griegos rendían a los soldados muertos en batalla. Estas se recitaban en las exequias y en días señalados. Posteriormente, se inscribieron en las lápidas o las tumbas con una breve extensión y lenguaje sencillo.
En la Antigua Roma, el concepto evolucionó hasta utilizarse para señalar acciones relacionadas con los discursos morales, que se acompañaban de esculturas que complementaban el texto.
Los epitafios actuales tienen su origen más próximo en la Ilustración, época en la que el pensamiento religioso dio paso al intelectual en la elaboración de estas piezas. El cambio de paradigma hizo que el clásico epitafio tuviera una variante epigramática hasta llegar a nuestros días.
Los epitafios en la actualidad
El principal objetivo de un epitafio es transmitir una pequeña descripción de la persona fallecida que pueda ser leída de un rápido vistazo. La gran mayoría de las lápidas suelen constar del nombre y apellidos de la persona que fallece, la fecha de nacimiento y/o defunción y el epitafio en sí. Este suele ser el orden habitual de todo aquello que se inscribe en una lápida, aunque, por supuesto, siempre depende de los gustos y preferencias de las persona que puede elegir aportar menos información o todo lo contrario, incluir más datos y largas frases como epitafio que completen la práctica totalidad del área que ocupa una lápida.
En Mármoles Manolo Simón siempre proponemos a nuestros clientes recomendaciones de que textos incluir en una lápida, mostrando ejemplos y tipografías a elegir para su inscripción. A la hora de añadir una frase de recuerdo u homenaje como epitafio también podemos proponer ideas aunque, en estos casos, es el cliente el que tiene las palabras exactas con las que desea recordar al difunto.
También, puede ocurrir que sea la persona fallecida la que haya dejado escrito la voluntad de su epitafio antes de morir, si bien, lo habitual, es que lo hagan los familiares o allegados del difunto al fallecer este.
Los epitafios más habituales suelen ser breves y concisos. Textos como; «Descanse en paz», «No te olvidaremos» o «Siempre en nuestro recuerdo». Suelen ser frases sentidas, que nacen del cariño y la emoción. Frases de homenaje y recuerdo. No obstante hay quien opta por aportar una pizca de originalidad al epitafio recurriendo al ingenio o, incluso al sentido del humor. Es el caso de algunos de los epitafios más famosos de la historia que han sobrepasado el ámbito privado o cercano hasta ser auténticas referencias. Aquí te dejamos algunos.
Algunos epitafios famosos
Groucho Marx
El famoso «Perdonen que no me levante» de Groucho Marx es más una leyenda que una realidad . Este epitafio que se le atribuye al actor estadounidense, en realidad, no quedó grabado en su nicho, que se encuentra en Los Ángeles. De hecho, en este solamente hay una placa de bronce con las fechas de nacimiento y muerte del humorista y su nombre junto con una estrella de David.
Billy Wilder
El escritor y director de cine, creador de joyas como Con faldas y a lo loco o El Apartamento, tiene un epitafio en su tumba que reza: «Soy escritor, pero claro, nadie es perfecto».
Francisco de Quevedo
Muerto en 1645, en su lápida podemos encontrar una joya en forma de fragmento de uno de sus sonetos: «Qué mudos pasos traes, ¡oh! muerte fría, pues con callados pies todo lo igualas».
William Shakespeare
El mundialmente conocido dramaturgo británico nos dejó un regalo en forma de epitafio en su tumba en el cementerio Holy Trinity Church de Stratford-upon-Avon. Así, reza: «Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito el hombre que respete estas piedras y maldito el que remueva mis huesos».
Emily Dickinson
La poetisa estadounidense, una de las más famosas del país junto con otros nombres importantes de este estilo, fue parca en su epitafio, y solamente escribió: «Me llaman».
Oscar Wilde
El escritor y dramaturgo irlandés dejó marcado en su epitafio: «Y todos nos encontramos en la cuneta, pero algunos estamos mirando las estrellas.»
Martin Luther King
Martin Luther King Jr., el líder de los derechos civiles en EE.UU mandó escribir en su lápida lo siguiente; «Free at last, free at last, thank God almighty I’m free at last.» («Al fin libre, al fin libre, gracias a Dios todopoderoso, soy libre al fin»).
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Como has podido comprobar, los epitafios son una muestra clara de la evolución histórica sobre un mismo acontecimiento, la muerte. De distintos estilos, formas, sentidos e incluso tonos, estas figuras han pasado a ser un buen ejemplo de tributo y recuerdo al difunto fallecido y/o, en algunos casos, un tesoro cultural.
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